Un país en tu mochila

lunes, junio 19, 2006

Una victoria sin entusiasmo

No se pude discutir la legitimidad y legalidad del recién aprobado Estatuto de Cataluña pero sería un hecho imperdonable ignorar el escaso apego que ha suscitado en la ciudadanía.

Una norma legal que se constituirá como ley básica de convivencia que no consigue movilizar a la mitad de los ciudadanos de la comunidad debería promover una reflexión profunda.

En el nivel de la responsabilidad ocupa un lugar de honor el Partido Popular que no solo ha predicado un tremendismo insoportable sino que además, con sus campañas, en las que notificaba la ruptura de España, ha generado corrientes virulentas de anticatalanismo en algunos sectores de la sociedad española.

El PP y ERC han sacado los peores resultados posibles porque la adhesión a sus posiciones apenas ha alcanzado el veinte por ciento de los votantes y les ha obligado a hacer este viaje juntos a quienes más se detestan.

La bronca política no estimula a los ciudadanos sino que los aleja de las instituciones, y la más sólida, importante y definitiva, en una democracia parlamentaria, es la participación electoral.

Quizá quienes desde la más rancia derecha han predicado la confrontación y quienes desde el nacionalismo radical han estimulado el rechazo han sido los que han conseguido que los ciudadanos no se acercaran a los colegios electorales. Esta afirmación, sin dejar de ser cierta, no es suficiente.

El president de la Generalitat tiene más motivos que nunca para la convocatoria de elecciones autonómicas, porque si el Estatuto era la obra cumbre de la legislatura, esta ha sido alcanzada pero con el límite de las fuerzas escaso.

El PSC debiera revisar también la dosificación de un catalanismo que no se ha casado suficientemente, al menos en la imagen pública, con una España constitucional, democrática, profundamente respetuosa y potenciadora de todas las riquezas distintas que la componen.

Hay una España que es más sólida cuantos más fuertes son las autonomías, pero dejar de decirlo continuamente pudiera hacer pensar que es un territorio que se deja al alcance de ese viejo y rancio nacionalismo español que también ha salido fortalecido en este proceso.